La vida nos va poniendo ante nuestros ojos los caminos recorridos desde que somos pequeños, pero muchos de nosotros no nos detenemos a mirar lo que hemos logrado y lo que disfrutamos, cuando somos pequeños, queremos crecer pronto, cuando somos jóvenes queremos comernos el mundo, pero cuando llegamos a la adultez, pocas veces disfrutamos el estar en el momento presente, estamos muy ocupados en trabajar, en viajar, en formar una pareja, con ello vienen los hijos y los múltiples compromisos.
Cuando llegamos a los 50 y más, se replantean las ideas y comienza el muro de las lamentaciones.
Los recuerdos y los momentos gratos, quedan para poder tomar un nuevo impulso y desde un lugar más tranquilo, considerar el tiempo disponible.
No es otra cosa que estar presentes en lo que estamos ahora mismo haciendo, viviendo, sintiendo o experimentando.
Tener esta actitud ante la vida conllevará un cambio en nuestra manera de vernos a nosotros mismos y a los demás.
El psicoanalista canadiense Elliot Jacques puso nombre a esta etapa «crisis de la media edad» para definir la toma de conciencia en la madurez de que el tiempo pasa, el cuerpo cambia y se van dejando atrás los momentos de la juventud que no volverán.
Sin duda, en esta etapa hay cambios físicos notables, la piel, el cabello, los ojos, la tonicidad de los músculos, los huesos, etc. Cuando hablamos de los cambios cognitivos: la fatiga intelectual, la pérdida de interés, dificultades en la concentración, la memoria y la afectividad emocional.
Al hablar de cambios emocionales, podemos mencionar la sensación de pérdida o duelos, acompañada de tristeza y abandono.
Algunas veces la melancolía está presente.
Pero lo importante es encontrar nuevamente el sentido a la vida a través de actividades que estaban fuera del alcance por tantos pendientes con los otros.
Ahora contamos con el tiempo y los espacios propicios para empezar una aventura al lado de los amigos, disfrutando la actividad que elijas, la escuela, los cursos, los talleres, los viajes, los nietos, los lugares que quieras estar, pero la clave será, cuánto quieres disfrutar y ahora sí, detenerte en este momento y decidir que te gusta y que no quieres.
Quizás descubras talentos y habilidades con las que cuentas, en este camino de la adultez podrás descubrir que muchas de tus creencias y hábitos te han sostenido, sin embargo el atreverte a descubrirte en esta etapa te permitirá modificar tu forma de estar parado en este mundo, que han elegido para ti.
Las pérdidas y cambios de rol suponen para la persona, adaptarse a las nuevas situaciones.
No debemos olvidar cuestionar las prácticas cotidianas y reevaluar las intervenciones de acuerdo a las expresiones y sentimientos que surjan del adulto mayor frente a sus necesidades.
En las familias cuando consideramos a los adultos medios y mayores como sabios, es una forma de hacerlos sentir integrados e importantes, tan es así, que hoy una familia funciona a través de los consejos y la buena voluntad que nos brindaron los padres y abuelos.
Los adultos mayores siempre estarán en el lugar correcto, con las palabras precisas y el corazón dispuesto.