LTF /MAFYD Adela Valenzuela Bonilla Docente CMUCH Monterrey
En el año de 1978 el Dr. Gabe Mirkin escribió el libro Medicina Deportiva, en el cual se utilizó por primera vez el acrónimo RICE (por sus siglas en inglés, Rest, Ice, Compression, Elevation) para el tratamiento de lesiones deportivas. Posteriormente de dicha publicación resulta bastante común la utilización del hielo después de la práctica deportiva extenuante o su aplicación en algún tipo de lesión de origen osteoligamentoso con el fin de acelerar los procesos de recuperación y así, reintegrar al atleta de una manera más rápida a sus actividades deportivas. Estudios recientes (Malanga & Nakamura, 2014; Tidball, 2005; Van den Bekerom, 2012) han comprobado que el hielo no tiene evidencia suficiente para el manejo en la rápida recuperación de lesiones deportivas y se han cuestionado diversos protocolos de rehabilitación con la utilización de la crioterapia. El mismo creador del método RICE se ha retractado tanto del reposo como el uso del hielo para el tratamiento de lesiones deportivas, enfatizando que éstos, no favorecen en absoluto a los procesos de recuperación.
La Inflamación como respuesta autoinmune.
En 1793, el cirujano escocés Hunter, destacó un aspecto que en la actualidad es considerado obvio: “La inflamación no es una enfermedad, sino una respuesta inespecífica que produce un efecto saludable en el organismo en que tiene lugar” (León et al, 2015). Cuando se daña el tejido a través de un traumatismo o se desarrolla dolor muscular al ejercitarse con intensidades altas, la inmunidad actúa para reparar el daño, los mismos mecanismos biológicos que se usan para matar los gérmenes. Esto se llama inflamación. La inflamación es la primera respuesta fisiológica en el proceso de la reparación y remodelación de un tejido. En el momento en que los gérmenes ingresan a nuestro cuerpo, el sistema inmunológico actúa de manera inmediata enviando células y proteínas al área afectada. En el caso de los músculos y tejidos dañados, la respuesta de protección es la misma, se envían células inflamatorias para promover la recuperación de la zona perjudicada o en peligro. La respuesta tanto a la infección como al daño tisular es la misma. “Las células inflamatorias llamadas macrófagos liberan una hormona llamada factor de crecimiento similar a la insulina (IGF1) en los tejidos dañados, lo que ayuda a sanar los músculos y otras partes lesionadas” (Nemet et al, 2009). La respuesta inflamatoria (RI) está estrechamente relacionada con el proceso de reparación. La RI es útil para destruir, atenuar o mantener localizado al agente lesivo, y simultáneamente inicia una serie de acontecimientos que pueden determinar la cura o reconstrucción del tejido lesionado (Kumar et al, 2007).
Mecanismo de acción, el hielo vs la inflamación.
La Crioterapia es un tipo de termoterapia superficial que se basa en la aplicación del frío como agente terapéutico. La reducción de la temperatura del organismo tiene como finalidad el alivio del dolor y/o la reducción del edema, a través de la generación de una respuesta tisular, fundamentada en la transferencia térmica de energía calórica que generará diversas respuestas fisiológicas en función del objetivo terapéutico buscado (Martínez, 1998). Habitualmente se aplica en forma local, rara vez se utiliza un baño completo o una cámara de aire. El enfriamiento local de una zona corporal se consigue por transferencia de calor corporal desde un elemento externo cuya temperatura es mucho más baja. Al aplicar hielo al tejido lesionado, los vasos sanguíneos se contraen (vasoconstricción) por ende, cierran el flujo sanguíneo donde se transportan las células curativas de la inflamación. Así que, si la aplicación del hielo ocurre por más de 20 minutos o a temperaturas menores a 10°C, se genera una pobre respuesta para la reapertura de dichos vasos, dañando así, su capacidad normal de flujo sanguíneo y entorpeciendo los procesos fisiológicos para la reparación en la inflamación.
¿Cuándo se recomienda la utilización del hielo en lesiones deportivas?
Los principales efectos del hielo son la anestesia, disminución del flujo sanguíneo y efecto antiespasmódico, estos se presentan después de los 3 hasta los 10 minutos de aplicación (Knight, 2000). Al mantener la aplicación por más de 15 minutos, el cuerpo genera un efecto contrario, la vasodilatación inducida por el frío, la cual perjudica la respuesta motora y sensitiva de la zona aplicada (Guyton & Hall, 2006). Por lo tanto, se recomienda la utilización del hielo por tiempos menores de 10 minutos ante lesiones de tipo traumáticas y para el manejo del dolor justo después de la lesión, es decir, en lesiones de etapas agudas.
CONCLUSIONES
El desconocimiento de los efectos fisiológicos del hielo, así como su dosificación, son las principales dudas que surgen entre los entrenadores y deportistas al enfrentarse ante algún tipo de lesión deportiva. Aplicar hielo en lesiones agudas ayuda a reducir el dolor, no obstante, la mala dosificación en su aplicación puede perjudicar los procesos fisiológicos de la reparación ante una inflamación. Para evitar algún daño importante, se recomienda la utilización del hielo en periodos cortos por un tiempo no mayor a 10 minutos y en etapas agudas. Es importante recalcar que la reintegración al deporte después de cualquier lesión se debe hacer cuando ya no exista dolor.
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